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El negocio de Kabul: construir muros antiexplosiones

El negocio de la construcción de muros para bloquear ataques ha aumentado volviendo en una actividad bastante rentable.

Escrito en Celaya el
El negocio de Kabul: construir muros antiexplosiones

Omar Al-Jawoshy y Tim Arango contribuyeron con información.

KABUL, Afganistán - Después de bombazos en Kabul últimamente, se debe erigir nuevos muros de concreto antiexplosiones, más altos que los anteriores. Las calles que conducen a hogares VIP son bloqueadas al tránsito. Conducir en ciertos vecindarios equivale a ahondar en un frustrante juego de navegación laberíntica, con barricadas sorpresa apareciendo de la noche a la mañana.

En un sombrío reflejo de la vida en la capital afgana, las pequeñas fábricas de muros antiexplosiones formadas en las afueras de la ciudad están entre los pocos negocios que han logrado mantenerse esencialmente viables pese a la tambaleante economía. Mezcladores producen concreto, en tanto jornaleros lo vierten en moldes de madera.

Camiones transportan los muros en forma de T por toda la ciudad, una de las que más barricadas tienen en el mundo.

"Es nuestra triste realidad: después de un atentado suicida con bomba, nos llega más trabajo", dijo Noor ul Haq, quien ha estado administrando un pequeño negocio de ese tipo durante seis años.

Luego de un enorme camión-bomba cerca de la dependencia afgana de seguridad de élite el mes pasado, Haq tuvo 15 clientes potenciales de visita en una semana. El ataque fue tan grande que destrozó ventanas a lo largo de amplios tramos de la ciudad y lanzó partes corporales hasta el río Kabul, que corría con gran fuerza tras días de lluvia.

"La semana antes del bombazo, no teníamos un solo cliente", dijo.

Como la mayoría de los "ataques complejos" en Kabul - que involucran un bombazo en algún complejo y después el envío de combatientes - el del mes pasado fue obra de la red Haqqani, brazo de la insurgencia conocida por sus ataques urbanos. La creciente integración de los Haqqani entre el talibán de corriente popular, en momentos en que pláticas de paz se han venido abajo, ha acrecentado temores de más ataques de ese tipo; y se multiplican los muros antiexplosiones.

Las sosas estructuras solían ser principalmente de alrededor de 3.30 metros, pero los muros más nuevos llegan incluso a 6 metros de altura, tanto para repeler la fuerza de explosiones mayores como para bloquear las líneas de mira de algún francotirador talibán.

Los muros contra explosiones se han vuelto una parte tan integral de la identidad de Kabul que se mezclan en el paisaje de la ciudad. La mayoría de los residentes ha aceptado el estrechamiento de los caminos y glorietas, la obstrucción de las vistas de icónicos edificios, como hechos de la vida.

En una de las plazas principales de Kabul, los muros antiexplosiones que protegen una base militar están pintados de oliva claro. Un diminuto parque, con dos bancas y un poco de pasto y rosales, ha crecido al parecer frente a los muros, suministrando un respiro para visitantes en uno de los hospitales más concurridos de la ciudad, a la vuelta de la esquina, o el Ministerio de Salud Pública, al otro lado del camino.

Sin embargo, la vista desde las bancas es bloqueada en su mayoría por una improvisada cabina de descanso para los oficiales de policía que operan la rotonda. La cabina está encajonada por muros antiexplosiones. Más allá de la cabina, se puede ver solo los muros antiexplosiones más altos de la Embajada de Estados Unidos, complejo de 14.5 hectáreas. El único punto de color en la vista es la punta azul del minarete en la rotonda, dedicada a la prominente víctima de un atentado suicida con bomba.

Los muros antiexplosiones son el legado más visible de la guerra de Estados Unidos, y no son exclusivos de Afganistán: en la cúspide de la violencia en Bagdad, difícilmente había una calle sin barreras o muros para repeler explosiones. Cientos de miles de muros, cada uno de los cuales cuesta cerca de 1,000 dólares, delimitaron barrios enteros para impedir el flujo de insurgentes. Cuando la violencia bajó levemente y el gobierno decidió levantarlos y dejar que la ciudad respirara un poco, los oficiales no tenían ni idea de qué hacerles. Camiones de cama plana los transportaron hasta un desierto.

Pero, no por mucho tiempo. Conforme la violencia dentro y alrededor de Bagdad ha aumentado de nuevo, con bombazos ocurriendo casi a diario, el Comando de Operaciones de Bagdad ha decidido usar los muros antiexplosiones para construir un cinturón de protección alrededor de la ciudad. La primera fase del proyecto, que empezó en febrero, se extiende a lo largo de 100 kilómetros.

En Kabul no se ha dado un solo movimiento serio por sacar los muros: la seguridad solo ha estado empeorando en años recientes.

Pero, a pesar del control de los muros sobre el paisaje y la conciencia de la ciudad, el negocio dedicado a ellos no está prosperando exactamente. Sus mejores días ya pasaron tras la reducción de fuerzas estadounidenses, cuya necesidad de proteger sus bases fue el motor para la industria de los muros.

Alrededor de 2010, la Empresa Constructora Khwajazada tenía contratos por casi 1,000 muros antiexplosiones en esa época, cargando camiones día y noche, dijo Behdar Kohistani, ex maestro que es el gerente de oficina de la empresa. Actualmente la empresa queda con pequeñas órdenes de funcionarios gubernamentales que no pagan a tiempo. Los precios también se han desplomado, a menos de 200 dólares por muro respecto de $400 en la cúspide.

"Han pasado dos años desde que proveímos muros antiexplosiones a tres oficiales de alto rango, y ellos aún no pagan", destacó Kohistani.

A diferencia de los estadounidenses, quienes pagaron tan pronto como los muros fueron entregados, el gobierno es tacaño y recurre al reciclaje, dijo Mahdi Shahi, quien administra una empresa más adelante en el camino respecto de Khwajazada. "Ellos no compran nuevos muros antiexplosiones; tan solo lo llevan de la casa de un ministro a la otra", dijo.

Para pasar el tiempo hasta el siguiente pedido, después de la siguiente explosión, Kohistani, también prolífico poeta, compone versos en papelería de empresa:

Mi ascenso, durante eras ya, ha destrozado puertas y muros

Pero solo una vocecita corrupta destroza mi corazón.

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