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Un silencio de 80 años

Se cumplen hoy ocho décadas de la muerte de Federico García Lorca cuyo destino final se mantiene en el misterio.

Escrito en Celaya el
Un silencio de 80 años

El último diálogo de La casa de Bernarda Alba, obra teatral escrita por Federico García Lorca en 1936, resulta, a la distancia, premonitorio respecto del final que tendría su autor.
“Y no quiero llantos”, demanda la tiránica Bernarda Alba frente al cadáver de Adela, su hija rebelde. “La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! ¡A callar he dicho! Las lágrimas cuando estés sola. ¡Nos hundiremos todas en un mar de luto! Ella, la hija menor de Bernarda Alba, ha muerto virgen. ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!”.
El gobierno español, cada vez más virado a la derecha, demandaba silencio y también recato. Empezaba a perfilarse la España de Franco que, al triunfo de la Guerra Civil, prometería que a nadie le faltaría una hogaza de pan pero no especificaba cuál sería el costo a pagar: la libertad.

Figura incómoda

Históricamente, izquierdas y derechas no han sido precisamente abiertas a la diferencia sexual por lo que un destacado homosexual, como Federico García Lorca, era un blanco al que podrían apuntar tanto unos como otros.
La condición del poeta, abordada de manera un tanto velada en su obra pero que nunca negó en su vida cotidiana, dio a sus captores el motivo de escándalo perfecto para justificar su abrupto final. Era, según ellos, una aberración y un agravio a las buenas costumbres de la época. 
Así como en la ficción Adela se rebeló al yugo de Bernarda Alba, García Lorca lo hizo ante el que se empeñaba en imponer un sistema en el que la diferencia era penada y había proscrito todo tipo de liberdad. 
El deseo sexual de Adela por Pepe ‘El Romano’, que con tragedia se consuma, es eco de la homosexualidad del autor pero no solo de esto sino también de sus ideales políticos expresados elocuentemente en una entrevista concedida poco antes de su muerte al periodista Luis Bagaría y reproducida por el diario La Opinión Coruña en 2010.
“Yo soy español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el solo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos”, dijo Lorca en ese momento. “El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política”.

Universal

Las fronteras no contuvieron a García Lorca. Estados Unidos, Cuba, Uruguay y Argentina fueron los lugares que pisó el poeta y en los que fincó esa patria integral de la que buscaba ser parte y fundador. 
“Su empeño en hacer llegar el conocimiento y el arte a todos lados, como escribió en su citadísima Alocución al pueblo de Fuentevaqueros sobre la importancia de los libros, y también en la práctica real de llevar el teatro a lugares donde no había llegado nunca, se ha producido con su propia obra”, escribió para el diario español, El País, Laura García Lorca, sobrina nieta del poeta, a propósito de los 80 años de su fusilamiento. “Ha llegado a todas partes”, remató. 
Ese viaje americano que realizó el autor de Bodas de sangre marcó su obra. De la primera parada surgió Poeta en Nueva York, libro que llegó a ‘La Gran Manzana’ hasta 1940 y que influenció la obra de Jack Spicer, Philip Levine, Allen Ginsberg, Derek Walcott, Patti Smith, Jim Harrison, John Giorno, Nicole Krauss, James Salter y Leonard Cohen, entre otros. 
Al ir al sur fue que García Lorca encontró la tierra más fecunda para la semilla de su teatro. En Buenos Aires estrenó Bodas de sangre y La zapatera prodigiosa, ambas en 1933. Ahí había trabado amistad con Pablo Neruda y Ricardo Molinari, entre otras figuras destacadas. Fue el segundo, según un ensayo de James Valender publicado por el Instituto Cervantes, el que lo acercaría a México, tierra también incluida en esa patria lorquiana que, sin embargo, ya no alcanzó a visitar. 
Luego de su aventura americana Federico García Lorca regresó a una España que no se rindió a su genio y figura. Aunque sus libros seguían gozando de éxito, la cúpula que dirigía los destinos del país no lo veía con buenos ojos y el 18 de agosto de 1936 lo fusiló de madrugada.   
Esta muerte violenta también podría verse vaticinada en su propia obra. El personaje de la Madre en Bodas de sangre, dice: “Cuando yo llegué a ver a mi hijo, estaba tumbado en mitad de la calle. Me mojé las manos de sangre y me las lamí con la lengua. Porque era mía. Tú no sabes lo que es eso. En una custodia de cristal y topacios pondría yo la tierra empapada por ella”. 
Hoy, a ocho décadas de su fusilamiento, no hay custodia con las últimas gotas de sangre de Federico García Lorca y ni siquiera se tiene la certeza de dónde fue que cayeron.  

Novo y Lorca, un romance a la distancia

Salvador Novo se encontraba en el cono sur como parte de la comitiva mexicana que participó en la VII Conferencia Internacional Americana realizada en diciembre de 1933. El cronista, poeta, dramaturgo e historiador mexicano realizó el viaje en calidad de relator pero un encuentro personal desvió su atención de las reuniones oficiales.
Ricardo Molinari, poeta argentino, sirvió ‘de puente’ entre México y España. Fue él quien presentó a Novo con Federico García Lorca quien en ese momento ya disfrutaba, pero también padecía, las mieles del éxito y la popuralidad. 
Ian Gibson, el principal biógrafo de Lorca, consignó en el libro Federico García Lorca 2. De Nueva York a Fuente Grande 1929-1936 (1987), una carta que envió desde la capital argentina a su familia: “Estaba nerviosísimo de tanto beso y tanto apretón de mano. Cuando me fui al hotel no pude dormir de lo cansado que estaba”.
Fue con ese panorama que se dio el encuentro entre el mexicano y el español, hecho que quedó registrado en Continente vacío, tomo que fue publicado por Novo en 1935. 
La mañana del 1 de diciembre de 1933, unas horas antes del estreno de La zapatera prodigiosa, Novo llegó al hotel de Lorca, el Castelar, y ahí, entre legiones de admiradores, se miraron por primera vez a los ojos y se reconocieron como iguales. 
De acuerdo con el libro de Novo fue hasta el día siguiente que pudieron hablar a solas. “Federico y yo, solos, como dos amigos, que no se han visto en muchos años, como dos personas que van a cotejar sus biografías, preparadas en distintos extremos de la tierra para gustar cada uno de cada otra”.
En otro pasaje de Contiente vacío, Novo reprodujo el habla del granadino y una declaración que le hizo durante ese primer encuentro: “Pa mí, la amiztá e ya pa siempre; e cosa sagrá; paze lo que paze, ya tú y yo zeremos amigos pa toa la vía”.
Esa amistad, surgida en la patria lorquiana y lejos de las naciones de cada uno, dio como resultado un texto de Novo dedicado a Lorca titulado Romance de Angelillo y Adela. La protagonista, homónima de la famosa Adelita del corrido mexicano, también lo fue de la hija de Bernarda Alba, una coincidencia que según James Valender, en el ensayo Cartas de Salvador Novo a Federico García Lorca no pasa de eso pero que para Novo iba mucho más allá.
“Y mientras lo recuerdo con tristeza, me hago la ilusión de que al bautizar con el nombre de Adela a la más decidida de sus protagonistas, haya recordado a la inspiradora de nuestra canción nacional, mi narración de cuyas hazañas tanto le entusiasmó en Buenos Aires”, escribió Novo en su libro La vida en México en el periodo presdiencial de Manuel Ávila Camacho (1994).
El encuentro entre los poetas fue muy breve. Novo le pidió a Lorca que pasara por México a su regreso a España pero esto no sucedió. Entre 1934 y 1936, en ambos países hubo cambios políticos que dificultaron la vida de los dos: el granadino se volvió una figura incómoda para la derecha imperante y el mexicano para el nacionalismo inaugurado por Lázaro Cárdenas.   
Por lo anterior ambos consideraron emigrar. Lorca tenía invitación para venir a México en 1936 a la temporada que tendría la compañía de la actriz Margarita Xirgu en Bellas Artes, además de invitación diplomática para exiliarse en el país, mientras que en enero de 1935 Novo consideró irse a vivir a España. 
“Querido Federico: La vida en México se ha vuelto insoportable para mí. Es indispensable e inaplazable que me marche (...) Mi deseo de ir a España se agrava y me obsesiona. ¿Crees tú que podría ganarme allá la vida -una mediana vida? (...) No sabes cuánto amo a México, a este México que ha caído en las peores horribles manos. Sufro mucho, Federico”, escribió Novo a Lorca de acuerdo con el ensayo de Valender. La carta está rematada con un: “Te abraza tu atribuladela”.
Ninguno viajó. Novo descartó la idea de dejar de México y decidió convertirse en un belicoso David frente al Goliat de los nacionalistas. Lorca también hizo frente a sus detractores pero estos fueron más brutales que los del poeta mexicano, el 18 de agosto de 1936 el autor de Yerma fue fusilado. 

 

Su legado 
Algunas de sus obras

 El maleficio de la mariposa (1921)
 Oda a Salvador Dalí (1926)
 Mariana Pineda (1927)
 La zapatera prodigiosa (1930)
 Retablillo de Don Cristóbal (1930)
 El público (1930)
 Así que pasen cinco años (1931)
 Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín (1933)
 Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores (1935)
 Seis poemas galegos (1935)
 Sonetos del amor oscuro (1936)

El romance de Angelillo y Adela

Ella venía de México
–Quietos lagos, altas sierras–,
cruzara mares sonoros
bajo de nubes inciertas: 
por las noches encendía
su mirada en las estrellas.
Iba de nostalgia pálida,
iba de nostalgia enferma
que en su tierra se dejaba
amores para quererla
y en su corazón latía
amarga y sorda la ausencia.
Él se llamaba Angelillo
–ella se llamaba Adela–
él andaluz y torero
–ella de carne morena–,
él escapó de su casa
por seguir vida torera;
mancebo que huye de España,
mozo que a sus padres deja,
sufre penas y trabajos
y se halla solo en América.
Tenía Veintidós años
contados en primaveras.
Porque la virgen lo quiso,
Adela y Ángel se encuentran
en una ciudad de plata
para sus almas desiertas.
Porque la virgen dispuso
que se juntaran sus penas
para que de nuevo el mundo
entre sus boca naciera,
palabra de malagueño
–canción de mujer morena–
torso grácil,muslos blancos
–boca de sangre sedienta.
Porque la Virgen dispuso
que sus soledades fueran
como dos trémulos ríos
perdidos entre la selva
sobre las rutas del mundo
para juntarse en la arena,
cielo de México oscuro,
tierra de Málaga en fiesta.
¡Ya nunca podrá Angelillo
salir del alma de Adela!

*Este es el texto completo del romance escrito por Salvador Novo para Federico García Lorca

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