En la esquina de calle Valle de Tulum con bulevar Las Torres, del costado de Purísima, cientos de peatones y automovilistas pasan todos los días, y además del templo a San Juan Diego, hay alguien más presente a su costado, Víctor Flores Ortiz, y quién es este personaje, el hombre más asediado por el estilo y sabor de los raspados que vende.
Veinticinco años tiene de vender raspados el señor Víctor Flores Ortiz. Los puede encontrar naturalmente, nada de pintaditos, sino con verdadero sabor a fruta ya sean de arroz, coco, café, capuchino, nuez, rompope, fresa, tamarindo, limón, piña y guayaba.
Obvio como al cliente lo que pida debe servírsele, en su negocio cuenta también con los dorilocos, tacos dorados o más frituras preparadas.
Justo en el momento de la entrevista comentaba que cada cambio de gobierno es lo mismo, vienen revisan piden y ahora le solicitan que no se amarre con sus lonas a los árboles o al piso, así que siempre dispuesto a cumplir, ya mandó construir una estructura, “veremos cómo nos va con los aires”.
Visitas de toda la región son igualmente su orgullo, las cuenta tranquilamente de León, San Diego, San Julián, Tepatitlán y más lugares, por ejemplo la señora Guadalupe Giovanni Marmolejo, procedente de Tepatitlán, Jalisco, es testimonio presente de esa demanda de los raspados, quien al ser entrevistada comentó que tiene visitando con su familia al señor Víctor los últimos dos años, cada que viene a Purísima se da su tiempo para refrescarse con un delicioso raspado.