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Pisa Papa Francisco callos con encíclica

Tras presentación de Laudato si", en la que critica al poder económico y el daño al ambiente, conservadores de EU lo llaman "teólogo de la liberación

Escrito en Guanajuato el
Pisa Papa Francisco callos con encíclica

Francisco desconcierta en EU. Algunos conservadores describen sus ideas como propias de un coetáneo del peronismo y la teología de la liberación. Otros restan valor a sus intervenciones porque no es un político y sostienen “al Papa lo que es del Papa y el Rey lo que es del Rey”. Y otros instan a entenderle, más allá del ruido mediático que, dicen, lo retrata como el izquierdista que no es. La encíclica sobre la ecología amplía la brecha entre Jorge Mario Bergoglio y un sector de la derecha católica.
Primero fueron sus críticas al capitalismo sin freno y a las desigualdades crecientes. Después, sus palabras de comprensión hacia los homosexuales: “¿Quién soy yo para juzgarlos?”. Y ahora, la primera encíclica, en la que el Papa señala a las grandes empresas y a los gobiernos por el cambio climático, un documento que indirectamente descalifica las ambigüedades de buena parte de los líderes de la derecha estadounidense -también los católicos- sobre el calentamiento del planeta.
Los encontronazos entre los católicos conservadores de EU y su jefe espiritual se han sucedido desde que el Cónclave vaticano eligió al argentino Bergoglio en 2013. El último episodio tiene un significado especial por dos motivos.
Primero, por el enorme calado espiritual y teológico del documento. Y segundo -y en un ámbito más terrenal- porque la encíclica publicada ayer coincide con los primeros compases de una campaña electoral con un nutrido grupo de candidatos republicanos que niega o pone en duda el consenso científico sobre las causas humanas del cambio climático.
Hay cinco católicos entre los aspirantes a la nominación republicana para las elecciones presidenciales de 2016. Dos de ellos figuran entre los favoritos: Jeb Bush, convertido al catolicismo de adulto, y Marco Rubio, católico practicante, mormón en su infancia, y de nuevo católico pero asiduo durante años de una megaiglesia protestante. Rubio no se ha proununciado sobre la encíclica. Bush, hermano e hijo de Presidente y rostro del ala pragmática del Partido Republicano, sí.
El miércoles, en Iowa, Bush matizó las críticas del día anterior al texto del Papa y pidió buscar soluciones para el cambio climático sin dañar la economía. “Espero que mi Cura no me reprenda por decir esto, pero mis obispos o mis cardenales o mi Papa no me dictan la política económica”, había dicho el martes en New Hampshire, donde hacía campaña.
Autoridad  cuestionable

Un argumento que se escucha en ámbito católicos conservadores es que, en materia económica, la competencia de El Vaticano es cuestionable. El Pontífice no es economista. ¿Por qué los políticos católicos deberían escuchar sus consejos?
El argumento se aplica al cambio climático: “Creo que nos iría mejor si dejáramos que los científicos se ocuparan de la ciencia”, dijo el aspirante presidencial Rick Santorum, también católico. Otro argumento, un punto condescendiente: hay que relativizar los argumentos del Bergoglio y entenderlos en el contexto de Argentina y de la América Latina populista e ideologizada en la que creció.
Enfado  y  desesperanza

En la página 46 de una encíclica que urge una y otra vez a los políticos a liberarse del yugo de los poderes económicos y gobernar a favor de la gente y de la tierra, el Papa Francisco se hace una pregunta que parece una llamada a la revolución: “¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario?”. La primera encíclica escrita íntegramente por Jorge Mario Bergoglio logró ayer una expectación inusitada durante su presentación en El Vaticano, en la que intervinieron un científico laico y un representante del patriarca ortodoxo de Constantinopla.
Hasta el jesuita Federico Lombardi, uno de los más veteranos del lugar, reconoció que en los 25 años que lleva trabajando en El Vaticano jamás había presenciado una expectación “tan intensa, prolongada y global” ante la publicación de un documento pontificio. Una parte puede deberse al predicamento mediático de Francisco. Y otra no menor a las críticas preventivas de sus detractores.
Si hay que escoger un párrafo que reúna todo el enfado y la desesperanza de Francisco, hay que irse casi al final: “La política y la economía tienden a culparse mutuamente por lo que se refiere a la pobreza y a la degradación del ambiente. Pero lo que se espera es que reconozcan sus propios errores y encuentren formas de interacción orientadas al bien común. Mientras unos se desesperan sólo por el rédito económico y otros se obsesionan sólo por conservar o acrecentar el poder, lo que tenemos son guerras o acuerdos espurios donde lo que menos interesa a las dos partes es preservar el ambiente y cuidar a los más débiles”.
Una encíclica, la primera escrita de puño y letra por Francisco, que a veces es un grito y a veces un llanto: “El gemido de la hermana tierra se une al gemido de los abandonados del mundo”.

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