Un hombre discreto, humanitario, trabajador, muy reservado y con una gran pasión por la industria del calzado es como sus familiares y amigos describen a Don Rubén Cabrera Villalobos, quien este viernes recibió el premio San Crispín, por su trayectoria como zapatero.
Su hijo, Rubén Cabrera Gómez, dice que dos rasgos importantes para conocer a su papá es que es hombre honorable y amante de lo que hace, además de ser congruente y perfeccionista.
“Ingeniero de profesión, zapatero de corazón”, es como lo describe el único varón de sus 3 hijos.
Egresado de la carrera de Administración de Empresas por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, campus Monterrey, empezó su labor en el mundo del calzado en la hoy reconocida Emyco, como encargado de transporte, gracias al apoyo de su propietario, Felipe Pablo Martínez.
No pasó mucho tiempo cuando el empresario Alfonso Sánchez López lo invitó a formar parte de Destroyer, donde se haría cargo de la producción y con quien posteriormente tendría una gran amistad.
Tiempo después fue gerente general de las fábricas Apolo y Caravela, con otros dos socios. Sin embargo, al diluirse esta sociedad, Alfonso Sánchez y Rubén Cabrera Villalobos se quedaron con Vaqueras, empresa que hoy dirige con el apoyo de su hijo Rubén, siendo una de las empresas con mayor presencia en el extranjero.
La empresa Vaqueras fue fundada en 1976, por lo que el próximo año cumplirá 40 años de vida.
Inicia exportación

Don Rubén es un hombre analítico y perfeccionista, y no tardó mucho en darse cuenta que el mercado de botas western debía expandirse, por lo que tomó la decisión extrema y que en su tiempo fue muy criticada: la exportación.
Hoy su empresa envía zapato al extranjero, todos los días del año y tiene clientes que han sido fieles a través del tiempo, además de que de acuerdo a la Secretaría de Economía de León, COFOCE y la Cámara del Calzado, es la empresa zapatera que más dólares exporta, convirtiéndola así en un referente para otras empresas.
Su elevada exportación a Estados Unidos, Canadá, Europa y Asia, la han logrado gracias a que tienen entre sus clientes a empresas de gran prestigio internacional, como Tony Lama, Frye, Madras y Lucchese.
Preocupado por su gente

Como director de Vaqueras, tenía a su cargo a cientos de personas de las que debía preocuparse.
“El ingeniero es extraordinariamente sensible con las necesidades de los demás. Se preocupa por los 800 empleados que tiene. Es una persona que no hace distinción de trato”, comenta Luz Mercedes López, quien ha trabajado 38 años en el área de comercio exterior en la empresa.
También comparte que es un hombre que ayuda a quien lo necesite, sin distinción. Pero sobre todo está pendiente de su familia.
“Siempre ha sido un excelente hijo y hermano, cuando su papá pasó por momentos difíciles, él les echó la mano”, platica Mercedes.
Esta actitud para con sus trabajadores habla de un hombre humano y entregado a su trabajo.
Su hijo Rubén Cabrera Gómez lo exalta como un hombre con buenos valores y un excelente padre.
“Es una persona muy humana, un papá excelente, un esposo ejemplar. Esa es una de las cosas que más le admiro, sobre todo ahora que soy un hombre casado. Pocas veces vi discutir a mis papás”.
Cabrera Gómez reconoce que uno de los valores que más le inculcó fue el amor, sobre todo hacia su madre.
“Después de 46 años de casados, aún se tratan como novios”, menciona.
Un jefe sensible

Pero también reconoce que fue un padre exigente y que aún ahora es la cabeza estratégica de la empresa, situación que espera suceda por mucho tiempo.
“Yo (Rubén Cabrera Gómez) soy una persona que tomo las decisiones al aventón, mi papá es quien me frena y me calma y junto él decidimos que es lo mejor para la empresa”.
Pese a tener una vida de éxitos empresariales y con una empresa de reconocimiento internacional, don Rubén Cabrera es un persona discreta. Sus empleados lo conocen por ser educado.
Luz Mercedes López recuerda que es una persona tan correcta que nunca ha dicho una mala palabra, ni mucho menos levantado la voz.
“Siempre que me llamaba la atención me hacía reflexionar. Cuando alguien es así de educado contigo, te comprometes a mejorar tu trabajo”.
Además, es un hombre de gusto modestos. Los días de descanso los pasa en su casa o en San Miguel de Allende, siempre en compañía de su esposa. Los jueves son los días que recibe a sus hijos y nietos en su casa, donde los disfruta durante la comida, siendo uno de sus momentos preferidos.

‘Es un ejemplo para los zapateros’

Uno de los grandes amigos de Don Rubén Cabrera es el empresario Jesús Vázquez García, fundador de la marca Vavito.
Don Jesús platica que hablar del ingeniero Cabrera es como hacerlo de un miembro de la familia, ya que han compartido una amistad de casi toda la vida y ha sido testigo del gran empresario, humano, padre y esposo que es.
“Lo estimo mucho, ha sido un gran hermano y me consta que también un gran padre y esposo, aunque eso le toque decirlo a su mujer”, comenta sonriendo.
En su faceta de empresario, don Jesús ve en su amigo a un importante miembro del sector calzado. Un hombre ético y responsable, además de un buen patrón. “Eso lo pueden decir sus empleados”.
También lo considera que posee una fortaleza férrea y que uno de sus mejores atributos es su capacidad de superar los obstáculos, realizando siempre un buen trabajo al lado de un buen equipo, como lo es su familia.
“Esto es una muestra de que la industria del calzado seguirá viva, por empresarios como él que dejan preparadas a las siguientes generaciones de zapateros”.
Ahora que recibe el San Crispín, Jesús Vázquez asegura que en mejores manos no podría estar el premio, ya que Rubén Cabrera Villalobos tiene todos los merecimientos para obtenerlo.
Su aprecio llega hasta el punto de recomendar a los demás empresarios a seguir su paso, considerándolo un gran ejemplo en todas las facetas de su vida.
“A mí me da mucho gusto hacerlo, tanto como empresario y ser humano”.
En pocas palabras, para Jesús Vázquez García: “Rubén Cabrera es a todo dar”.