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27 charcos de Damajagua, un reto en el paraíso

Para ver las pozas de Puerto Plata, en República Dominicana, hay que esforzarse, ya que su belleza no está a la mano y bien vale cualquier sacrificio.

Escrito en Irapuato el

“Esto es como conquistar a una mujer hermosa. Es difícil, dan ganas de rendirse, pero vale la pena”.
La frase es de Berny, uno de los fornidos guías-salvavidas que nos acompaña en un reto digno de Indiana Jones: los 27 Charcos de Damajagua.
Para llegar a ellos, se requiere una caminata de 30 minutos. Vamos cargando casco y chaleco salvavidas, y pisando lodo, arroyos y ramas caídas con unos tenis absolutamente estropeados que quisimos “sacrificar” en honor de la aventura.
Berny, quien desea hacer el trayecto menos pesado, cuenta chistes, canta canciones de José José, señala serpientes multicolores inofensivas y habla sobre las cigarras de la región, cuyo canto inunda el lugar.
Ubicados en medio de una área natural protegida en Puerto Plata, provincia al norte de República Dominicana, esta joya del ecoturismo es una serie de saltos de agua y piscinas naturales, 27 en total, puestos allí por capricho de la naturaleza.
Para pasar de uno a otro, hay que nadar, deslizarse por toboganes en la roca y hacer escalada. Todo, mientras algunos rayos de sol se cuelan y refractan entre la flora tropical llena de ceibas y árboles damajaguas, endémicos.
En suma, esto se trata de poner a prueba la fortaleza propia y la voluntad en medio de un escenario paradisiaco.
Pueden recorrerse los 27 en una jornada de más de tres horas. Si el tiempo apremia o la energía no da para más, es posible limitarse a siete, que son los más espectaculares y están uno detrás del otro. Eso hacemos nosotros.
Más de 60 mil personas visitan cada año esta atracción, llamada por el Ministerio de Turismo “el Splash Mountain de Disney de la Vida Real”. Los recursos generados aquí benefician a comunidades pobres de Puerto Plata.
Cuando llegamos al primer punto nos tomamos unos segundos para contemplar esta piscina natural. Tiene un par de cascadas y la frondosa vegetación la abraza. Parece el set de una película de aventura.
Nadamos un poco y subimos unas rocas colocando pies y manos en el punto de apoyo que nos indica el guía. Cuando la destreza falla, él nos da un empujón para alzarnos.
El siguiente charco es un laberíntico y estrecho pasaje en el que hay que nadar en hilera, y en otro más debemos descender por un tobogán de roca esculpido por miles de años de fricción con el agua.
Todos se ven inocentes, pero arrancan más adrenalina de la que imaginamos.
Tras pasar de asombro en asombro llegamos a un camino sin salida que nos indica el charco final. Cuesta trabajo creer que lo logramos. La foto con el grupo bajo una cascada se hace con una cámara a prueba de agua.
¿Por dónde volvemos? El camino andado, escalado y nadado, hay que deshacerlo. En un punto, Berny propone echarnos un clavado por pura diversión. Estamos, más o menos, a 7 metros de altura. Las piernas de algunos tiemblan, pero aceptamos.
Fatigados y magullados, terminamos el paseo. Pero, sí, valió la pena.

Recomendaciones

Llevar una cámara acuática para poder capturar los mejores momentos de la aventura.
  Calzar zapatos anfibios o rentar unos en el lugar (que no son muy cómodos).
  No se recomienda a personas con problemas de espalda.
  No es necesario saber nadar para disfrutar los saltos.
  Todo el año se puede disfrutar de los charcos. Si ha llovido poco, quizás no estén disponibles un par de ellos.

Ojo

Los 27 Charcos de Damajagua abren todos los días, de 8:00 a 15:00 horas.
  Visitar los siete principales cuesta 530 pesos dominicanos (unos 205 pesos mexicanos); 12, 590 (228); y 27, 750 (290). Todos los precios incluyen equipo (casco y chaleco salvavidas), guía y almuerzo.
saltosdamajagua.com

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