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Celebran a antiguo patrono

Una procesión que salió del templo del Señor de La Piedad marcó el inició de la fiesta religiosa en esta ciudad.

Escrito en León el
Celebran a antiguo patrono

Con cabalgata y celebración eucarística, se celebró el martes 20 de enero, la fiesta a San Sebastián, otrora patrono de La Piedad.
A las 17:00 horas se realizó una ceremonia en la ermita del Señor de La Piedad, de donde partió una procesión acompañada con banda de música, danzantes, los carros alegóricos y los jóvenes de la pastoral juvenil.
El contingente marchó por Av. Michoacán, después por bulevar Lázaro Cárdenas, luego recorrió calles del centro para llegar a la plaza principal.
A las 19:00 horas inició la celebración eucarística en honor a San Sebastián, realizada en el Santuario del Señor de La Piedad, en la que participaron varios sacerdotes de la localidad.
La fiesta continuó con la quema del castillo y la vendimia de tamales, atole y buñuelos.
¿Por qué se eligió?
Por el Pbro. Luis Daniel Rubio Morales: La idea de que un pueblo pequeño tiene desde sus comienzos un santo patrono, es falsa. Se conoce poco de la historia de los pueblos pequeños, y menos de sus comienzos.
Durante años no tienen un Santo en especial. A veces cambian de patrón. Exactamente esto es lo que sucedió con Aramutarillo.
Primero se nombró como patrón a San Andrés. Medio siglo después comienza a nombrarse a San Sebastián patrono de Aramutarillo, y a San Andrés como del vecino Cujaruato.
Esta advocación a San Sebastián se eligió probablemente por ser el patrono contra la peste.

¿Quién fue San Sebastián?

Sebastián nació en Narbona, Francia en el año 256, pero se educó en Milán. Cumplía con la disciplina militar, pero no participaba en sacrificios paganos por considerarlos idolatría.
Como cristiano, ejercitaba el apostolado entre sus compañeros, visitando y alentando a otros cristianos. Fue descubierto y denunciado al emperador Maximiano quien lo obligó a escoger entre ser soldado o seguir a Jesucristo. El santo escogió a Cristo. El emperador le amenazó de muerte, pero Sebastián firme en su fe, fue condenado a morir.
Los soldados lo ataron a un poste, y lanzaron sobre él una lluvia de flechas, dándolo por muerto; pero ninguna tocó ningún órgano vital, y desangrado por las heridas, fue auxiliado por amigos de y sobrevivió.
Fue llevado a casa de una cristiana romana llamada Irene, que lo mantuvo escondido y curó sus heridas.
Luego, se volvió a presentar ante el emperador, quien lo daba por muerto.
Maximiano mandó que lo azotaran hasta morir, y los soldados cumplieron; tiraron su cuerpo. Fue recogido por cristianos y enterrado en la Vía Apia, en la célebre catacumba que lleva su nombre.

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