Aprovechar al máximo la vista, compuesta por un campo de golf y el verdor que lo rodea, fue uno de los principios que rigieron el diseño de esta residencia que se ubica en los límites de la Ciudad de México.
MAZ Arquitectos, despacho encargado de idear el proyecto, alcanzó este objetivo mediante la utilización de amplios ventanales que pueblan, en ambas plantas, la fachada del jardín, cuya apertura contrasta con el volumen rectangular de piedra que cubre el frente de la construcción.
"Nuestra intención fue dejar la fachada completamente ciega para tener la mayor privacidad y, al mismo tiempo, privilegiar las vistas al otro lado de la casa, que están completamente abiertas", explicó Mauricio Zapiain, representante del taller.
El jardín, que cuenta con alberca y requirió un muro de contención como soporte de la nivelación del terreno, fue diseñado para integrarse visualmente con el entorno, lo que se facilitó gracias a su cercanía con el campo de golf y las áreas verdes.
"Dejamos paquetes de plantas perimetrales para dibujar una frontera natural que se mimetiza con el resto del paisaje", apuntó al respecto el arquitecto Zapiain.
Los materiales que predominan son mármoles en gran formato, tanto dentro como fuera de la casa. La fachada trasera, por ejemplo, se logró con uno rojo azteca, mientras que la chimenea y el muro de la escalera, ubicados en el interior, están hechos con un travertino iraní.
El uso de una paleta de colores neutros les da protagonismo a las piedras y a la madera que las complementa, esta última utilizada en los pisos interiores y la cancelería.

Juegos luminosos

El ventanal de la sala comedor, enmarcado en una grapa de mármol que funciona como terraza para las recámaras superiores, juega un papel en el esquema de iluminación, basado en focos dirigibles dentro del plafón.
No sólo es un elemento importante en la unificación de los espacios interiores y exteriores, sino que es una de las entradas de luz natural que caracterizan a la residencia.
Otro de estos elementos es un tragaluz que, ubicado sobre el recibidor y sostenido por una serie de vigas, lanza un juego de sombras que interactúa con los ángulos de la escalera.
"Buscamos que, al vivir la casa en diferentes horas del día y épocas del año, la luz y la temperatura sean las más adecuadas y que los consumos energéticos sean los menores posibles", dijo el artífice.
"Además nos gusta generar haces de luz y sombra que vayan cambiando y que sean capaces de crear atmósferas diferentes en el mismo espacio".
Este principio aplica también al espejo de agua, rectangular y rodeado de piedras, que separa la cochera del resto de la residencia, pues, al llenarse completamente, se refleja su movimiento en los muros ciegos que lo flanquean, esto gracias a la combinación de luz natural y artificial.
Los ventanales dobles se unen al resto de la tecnología verde con que cuenta la construcción, como la iluminación LED y la calefacción solar, pues minimizan la pérdida de calor.

Por Reforma

Escrito en León el 22/10/2015 · 00:00